lunes, junio 25, 2007

Todo era rojo pero demoré un poco darme cuenta. Capaz que porque siempre estoy mirando el cielo, y un cielo rojo no llama particularmente la atención. Quiero decir, muchas veces el cielo está rojo. La sorpresa empezó más tarde, cuando vi rojo al pasto. El rojo era intenso y muy saturado. Recorrí el mundo caminando. Era monocromo: la playa se distinguía del mar por las texturas: acá mas rugoso, allá el brillo metálico. Los otros sentidos también ayudaban. El olor salino. La tibieza. No pude asegurar que el problema fuera mi ojo, pero tampoco pude descartarlo. Al rato vi un caracol verde. Precioso. Se deslizaba indiferente de su particularidad única. Lo tomé, lo acaricié, le puse un nombre. Nos hicimos amigos. Luego, no se cómo me convertí en una dibujita animeè berrinchosa y con una trencita en la espalda. No tenía palabras para definir la contradicción entre el halago y el fastidio. Entonces dialogaba con monosílabos caprichosos de niña maleducada. No logré esbozar ninguna frase inteligente, ni siquiera una oración completa que cumpliera con sujeto.y.predicado. De repente dije: ¡Quiero estar conmigo!. Un rayo de luz amarilla irrumpió en la escena. Y empecé a ver el paisaje un poco más iluminado.

miércoles, junio 13, 2007

mientras espero

hojas como estrellas. shooting leaf.
se sueltan. planean. caen.

uno a uno se deshojan los deseos hasta impactar con la tierra.

(que seas de verdad.
que vengas a buscarme.
que me dejes entrar.)

miércoles, junio 06, 2007

breve pero envidiable historia de una hoja de papel verde viajera

En 2004 viajó apretada en una gran valija, desde San José de Costa Rica hasta Montevideo, sin perderse ni distraerse por el camino. Durmió en el tercer cajón derecho del escritorio durante algunos años. La acompañaban témperas, acuarelas, pinceles, lápices de colores, cola de carpintero, hilo rústico, cartones y cartulinas, cajitas varias. En febrero de este año se la llevaron al campo, dónde se transformó en una hermosa grulla. Desde esa fecha se movió por la ciudad apresada en el portadocumentos de ele. En abril, Germán hizo muchas grullas que parecían patitos, así que a ele se le partió el corazón y una noche fresca le regaló su grulla. Para que le diera buena suerte. En mayo, Germán y la grulla se fueron a Río de Janeiro y se sacaron una foto en Corcovado. Después volvieron. Contentos.


domingo, junio 03, 2007