viernes, enero 26, 2007

JD Salinger

Lado A: Franny y Zooey

-¿Estás segura de que no tienes miedo de competir? -preguntó con estudiada calma-. Yo no entiendo mucho de esto, pero apostaría que un buen sicoanalista, quiero decir uno que fuera realmente competente, tomaría esa afirmación...
-No tengo miedo de competir. Es justamente lo contrario. ¿No comprendes? Me da miedo ver que acabaré compitiendo, eso es lo que me asusta. Por eso dejé el curso de teatro. Precisamente porque estoy tan horriblemente condicionada a aceptar los criterios de los demás, y precisamente porque me gusta el aplauso y que la gente me admire, pero eso no lo justifica. Me da náuseas. Me asquea no tener valor de no ser nadie en absoluto. Me da asco de mí misma y de todos los que quieren causar sensación -hizo una pausa y de pronto cogió el vaso de leche y se lo llevó a los labios-. Lo sabía -dijo, dejando el vaso en la mesa-. Esto es una novedad. Me pasan cosas raras con los dientes. Me castañetean. Anteayer estuve a punto de romper un vaso con los dientes. Es posible que esté total y absolutamente loca sin saberlo.

Lado B: Hapworth 16, 1924

Tal vez el muchacho más conmovedor que puedo nombrar con mi ridícula voz es Griffith Hammersmith. ¡Ah, qué muchacho más conmovedor! Su sólo nombre trae a mis ojos el fluido usual si no ejerzo un control decente sobre mis emociones. Me aplico diariamente a solucionar esta tendencia emotiva mientras estoy aquí, pero no mejoro mucho. Ojalá los padres esperasen a ver a sus hijos a una edad funcional antes de bautizarlos Griffith o algo similar, que de ninguna manera aligera las pequeñas cargas de la personalidad con las que hay que vivir. Mi propio nombre "Seymour" fue un gigante, inocente error, ya que un atractivo diminutivo como "Chuck" o hasta "Tip" o "Connie" hubiera sido más confortable para que los adultos y maestros me nombren en una conversación informal; y por lo tanto tengo alguna experiencia sobre este pequeño problema. El joven Griffith Hammersmith también tiene siete años; sin embargo soy mayor que él por unas triviales tres semanas. Desde el punto de vista físico, es el niño más pequeño de todo el campamento, más pequeño incluso, para mi asombro y tristeza, que vuestro magnífico hijo Buddy, a pesar de la gran diferencia de edad que significan dos años.

Pedrera, 2007

domingo, enero 21, 2007

desasosiego

lunes, enero 01, 2007

y el cielo burbujeaba como si fuera champagne