lunes, marzo 27, 2006

El elegido | Thomas Mann

Pero aunque vivieron muchos años, también ellos amarillearon como el follaje del verano y abonaron la tierra sobre la que otros mortales caminaron, reverdecieron y amarillearon. El mundo es finito y sólo la gloria de Dios es eterna.

miércoles, marzo 15, 2006

Lei

Un picaflor liba los hibiscos pese a la lluvia. Tardé mucho en descubrir que picaflor y colibrí eran la stessa cosa, pero yo prefiero picaflor porque me recuerda a ella sentada en su tumbona de jardín, en su vergel, rodeada de miel y picaflores. Las palomas le comían el pan de las manos y eso la volvía mágica. La mejor jugadora de payana del mundo. Creyó en las hadas y en los duendes, cortó tormentas, soñó futuros. Me enseñó a jugar.
Estos días no sé porqué me acordé tanto de ella: el picaflor y las conexiones. No volvió para ayudarme como lo había prometido y es la única promesa que dejó sin cumplir, porque fue asertiva hasta cuando advirtió la muerte, seis meses antes, en una despedida que no quise aceptar. Y del otro lado no puede haber nada, pero entonces el aire frío repentino que tuvo forma de caricia
Su perfume ahora es mío, único signo tangible de sus últimas presencias. Hoy la extrañé.