Cielos
Nada. Los días pasan así cómo quieren y de repente alguien a quién no ves te pregunta si tenés algo para contar y no, yo solo ando en un derrotero sin meta, siempre tan vagabunda de Montevideo. Desgasto las suelas casi creyendo que hay una relación directa entre suela y felicidad y voy fotografiando cielos aquí y allá, yo que soy tan mala fotógrafa pero igual miro y disparo, sólo porque si alguna sale bien entonces logré tener guardada en una carpetita la belleza que me saturó la retina y así la belleza es mía para siempre, como si para siempre existiera aunque ya se que no pero cómo me gusta mentirme y creer que existe o creer que algo existe cuando en realidad tampoco. Y fotografío cielos sin saber muy bien para qué, quiero decir, no tiene objeto pero yo soy tan cielo, siempre tan celeste y blanca o gris. A veces el cielo es blanco. Todo blanco. Y me pregunto cómo es que vadeo este absurdo y no me sorprendo, cómo es esto de leerte y que me leas, todo tan absurdo. Me sorprenden pocas cosas pero entre ellas está lo que es bizarro para cada quién y no sé cuando empezó a pasarme que ya nada me resulte bizarro y que me sorprendan tan pocas cosas o quizás ninguna y que lo más verdadero termine siendo lo que nunca existió y tener la sensación de que cualquier día de estos voy a andar atravesando paredes. Y que tampoco que me va a sorprender.