miércoles, mayo 16, 2007

restless soul

La cama no era mi cama y las cortinas eran naranja. No sé porqué, pero que las cortinas fueran naranja parecía algo muy importante en ese momento. Hacían que la luz se volviera cálida. Me dolía mucho la panza, así que sólo comía manzanas y yogurth, aunque cuando no me duele la panza también tomo mucho yogurth y leche chocolatada, sobre todo leche chocolatada. Igual lo importante era que la luz se hacía más cálida por las cortinas naranja o por otros motivos que no sabría precisar: la primavera indecisa o las primeras luces del atardecer luego de un día de lluvia.
Los haces se deslizaban por la habitación. Perpendicular en la cama, veía como flotaba el polvo que brillaba cobre.oro.plata. Era brillantina y me bañaba. En la chimenea ardían algunos leños, azuzados meticulosamente por un par de manos amplias. Sentí los ojos justos para captar el segundo perfecto. Lo quise compartir, pero el otro par de ojos estaba ciego. Entendí que no importaba cúan intensas fueran mis ganas: nunca podría usar esos ojos para acceder a un mundo huidizo. Porque parece que ven, pero no ven.
Esa fue la desilusión número uno.

5 comentarios:

coppelia dijo...

Ele: ¿¿donde esta??? Déjese de tanto trabajo y dedíquese a perder el tiempo, teniendo charlas conmigo a través del ciberespacio.

( eso si, todas muy superficiales)

Besos

Anónimo dijo...

superficial is compulsory

*

hoy compañera, la vida laboral acabará conmigo

Blue dijo...

"la primavera indecisa"... perfecto. Sencillamente perfecto.

Equipo Editor dijo...

de dónde viene el éxtasis de contemplar la galaxia luminosa de puntitos de polvo que baila atravesada por la decidida luz de una ventana?

cómo es que alguien puede no verlo, si su luz atraviesa los ojos indefensos y los captura, atrapando nuestra fascinación con su aparición maravillosa?

Anónimo dijo...

que venga un oftalmólogo y lo explique