viernes, noviembre 24, 2006

le deshice el dobladillo a un pantalón

Me despierto una cuadra antes de la parada correcta. Mi timing en las siestas omnibuseras es perfecto. Otra vez volví a dormir en los buses, otra vez volví a llenarme de trabajo. Otra vez (y lo escribo hoy que el día libre se me hace intolerantemente largo) volví a tener más cosas para hacer que tiempo. Dejé de llegar tarde. Volví a ser. Camino cómo si flotara, con cuatro horas mal dormidas encima. Y es raro pero estoy contenta. El pico endórfico se vuelve meseta y no se muy bien que hacer con toda está alegría; yo y mi tristeza nos entendemos mejor. Mientras cruzo la calle, ojeo el mar desde un cantero alto. El pasto y el mar. Repto hasta mi destino: imposible tener más sueño pero dormida veo lo que nunca veo. En ese estado surrealista comprendo que no quiero más el pasado desajustado que tuve una vez. No importa quién me espere, no importa cuanto trabajo tenga. El tiempo siempre es mio. El tiempo que se pierde no se vuelve a encontrar. Nunca más el apuro con los ojos cerrados a la belleza que me rodea, nunca más dejar de lado una caricia al pasto por una responsabilidad tachada en una lista. No quiero mirar para atrás y ver que todas las canciones que quise cantar murieron con el miedo. No quiero que me importe que a la gente le importe mi andar descalzo por los pasillos. Hoy que miro todas las películas abrazada a una butaca dura, hoy que ya leí muchos libros. Que lo dolido sea aprendido. Y si asi se crece, bueno. Me gusta crecer.

4 comentarios:

reverb dijo...

...always, keep on moving...

...cambiaste el email beauty?

Flor dijo...

me encantó, ele!

Federico dijo...

Lo dice una canción de Incubus: Love hurts, but sometimes its a good hurt.
Lindo ele, como es la costumbre.

Saludos wacha!

Anónimo dijo...

lindo.