Subía los escalones de dos en dos, con la esperanza absurda de que el impulso generara una onda expansiva que lo barriera todo. Extendí la mano hacia el picaporte pero antes de ejecutar la acción, me detuve. Sobre el metal curvado se encontraba una grulla de papel, plegada con prolijidad en un volante de academia.física.química.matemática. Me esperaba, auspiciando buena fortuna. La guardé. Abrí la puerta. Sonreí.
Por fin alguien le encuentra un uso a esos volantes.
ResponderEliminarEspero que haya funcionado.
buen cambio de cabezal
ResponderEliminarpero aborrezco los volantes
...hay volantes con onda;
ResponderEliminarpor lo menos en otros países
normalmente de bandas, o de diseño, etc
beauty
origami, si!
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