
Estar en el mar es una experiencia visual y sonora; en realidad involucra todos los sentidos y evoca todas las memorias. El olor al puerto es único y me recuerda a Isla Colón, la mayor del archipiélago de Bocas del Toro, con sus calles polvorientas y sus casas con arcadas. Los puestos y las ferias a la par del mar, la amabilidad de los isleños, las ranas rojas cantoras, los ojos amarillos de Ewa, la locura de Rafou. Apenas un movimiento; el sol incidiendo con en ángulo propicio en el agua calma. Entonces abril estaba hecho de balboas y de arenas, tan exótico y húmedo como podía serlo. Nací en una ciudad portuaria. Nunca jamas vida sin costas.
(en algun lugar perdido entre La Paloma y Montevideo)